Para poder sentar una base espiritual en el conocimiento de Dios, es necesario que los cimientos humanos estén fortalecidos, es de suma importancia revisar constantemente las relaciones humanas. Resaltamos cuatro relaciones fundamentales en la vida del ser humano.
La primera relación es con uno mismo, es de suma importancia cuidar la coherencia de vida, la integridad de nuestro ser, esto implica la renuncia a toda mentira, amar la verdad por encima de todas las cosas. Tener dominio de uno mismo para poder vencer nuestras pasiones, no todo lo que veo y es bueno me conviene, ser agradecido con el creador por todo cuanto me has dado y no vivir en la envidia o en la tristeza por lo que no tengo.
La segunda relación es con los demás, con los que me rodean, con mi propia familia. Recordando siempre el respeto y la escucha que te debo a mis padres, el respeto también a los demás, a sus cosas, su buena fama. Cuando nosotros aprendemos a relacionarnos con las personas de una manera amable, cálida e inspiramos confianza, seremos siempre bien recibidos en cualquier lugar.
La tercera relación es con la naturaleza. Este gran regalo que hemos recibido de Dios llamado planeta tierra hoy en día como un ser vivo nos grita auxilio, nos pide respeto y ayuda, para seguir brindándonos una calidad de vida que nos recuerda el amor de Dios. El agua, la tierra, el aire, el sol, nos brindan la vida y la alegría suficientes para amar a Dios y a nuestro prójimo.
Y la última relación pero no menos importante es nuestra relación con Dios, Él es la fuente de nuestra vida y nuestro fin último, de Él salimos y hacia Él vamos. La relación por excelencia con Dios está en su palabra, está en la oración, está incluso en el prójimo, el contacto con Dios debe de ser todos los días, es tan fundamental como el oxigeno a los pulmones.
Si cuidamos estas cuatro relaciones vamos en buen camino para cimentar una verdadera espiritualidad.
Pbro. Juan Pablo López Ramos
(Grupo JMJ GDL - Sedipaj)
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