lunes, 7 de agosto de 2017

La Cruz Peregrina y el Icono de María.


A finales del segundo milenio de la era cristiana los jóvenes han emprendido una peregrinación que, bajo el signo de la cruz itinerante, les conduce por los senderos de la civilización del amor. Es una peregrinación que se articula en múltiples niveles: el parroquial, el diocesano, el nacional, el continental y mundial.

Conocida como la Cruz del Año Santo, la Cruz del Jubileo, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud; muchos la llaman la Cruz de los Jóvenes porque ha sido regalada a los jóvenes para que la lleven por todo el mundo, a todas partes y en todo momento.

1984 fue el  Año Santo de la Redención, el Papa San Juan Pablo II decidió poner una cruz como símbolo de la fe en la Basílica de San Pedro, cerca del altar mayor donde todos puedan verla. Así se instala, según su deseo, una gran cruz de madera  de una altura de 3.8 metros. Al finalizar este año, el Papa obsequia esta cruz a los jóvenes del mundo:

“Queridos jóvenes, al final del Año Santo, os encomiendo en este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llevadla al mundo como un símbolo del amor de Cristo a la gente y predicar a todo el mundo que sólo podemos por la muerte y resurrección de Cristo obtener la salvación y redención”. (San Juan Pablo II, Plaza de San Pedro, 1984, Clausura del Jubileo Extraordinario de la Redención)


El Papa anuncia que a partir del próximo año se realizará en cada año una Jornada Mundial de la Juventud, un alto significativo en el camino de los jóvenes cristianos y un tiempo de encuentro íntimo y personal con el Papa.

En el año de 1985 se celebra la primera JMJ en todas las diócesis. En Roma la celebración tiene lugar en la Basílica de San Juan de Letrán. A partir de entonces la Cruz y las Jornadas Mundiales de la Juventud caminarán juntas, porque la Cruz nunca faltara en las citas del Papa y los jóvenes, más aun, se convertirá en un signo familiar de este acontecimiento mundial.

Al año siguiente se cumple por primera vez el gesto altamente simbólico de la entrega oficial de la Cruz, de mano en mano como si fuese un testigo. Desde entonces el país elegido para acoger la JMJ recibe la Cruz del país en donde se acaba de realizar. La entrega se hace dos o por lo menos un año antes del gran acontecimiento. La cruz es traída en peregrinación al país escogido y durante su viaje preparatorio llega a los jóvenes en sus diferentes diócesis, movimientos, grupos y comunidades. El Domingo de Ramos de este año 2017, los jóvenes panameños acompañados de centroamericanos y mexicanos recibieron de los polacos la Cruz para el inicio del camino hacia la siguiente JMJ en el 2019.

Los jóvenes se sienten llamados por el inmenso amor que emana silenciosamente de la Cruz, se dejan conquistar por Jesús a través de ella. Han surgido tantas vocaciones por la contemplación de esta cruz. A sus pies, se han tomado muchos compromisos de vida para servir al Señor.

El 13 de abril de 2003, durante la solemne ceremonia de la entrega de la Cruz entre canadienses y alemanes, el papa quiere hacerle otro regalo. Una copia de la Virgen Maria “Salus Populi Romani”:

“A la delegación de jóvenes que vienen hoy a recibir la cruz, les entrego hoy también el icono de María, de ahora en adelante juntamente con la cruz, este icono acompañara a las jornadas mundiales de la juventud”. (Papa San Juan Pablo II, Domingo de Ramos 2003, Plaza de San Pedro)

Tanta gente sigue preguntándose ¿cómo es posible que dos tablas de madera puedan tener un efecto tan grande en millones de personas?. Donde quiera que valla todos piden que la cruz vuelva por tantas gracias que son recibidas. Los jóvenes quieren llevar esta cruz en sus vidas traduciendo su mensaje de redención y esperanza en gestos sencillos en favor del prójimo. Sienten esta misión como un verdadero desafío porque, ciertamente como dijo el Papa:

“El mensaje que la Cruz comunica no es fácil de comprender en nuestra época, en la que se proponen y buscan como valores prioritarios el bienestar material y las comodidades. Vosotros, jóvenes, no tengan miedo de proclamar en toda circunstancia el evangelio de la Cruz, no tengan miedo de ir contracorriente, de ir en busca de la auténtica felicidad por medio de la Cruz de Cristo, que es el camino de vida y salvación, el camino para llegar a la palma del triunfo en el día de la resurrección” (Papa San Juan Pablo II)
Así confortados los jóvenes saben que ya no están solos en su aventura misionera, porque mientras caminan con la Cruz, la Cruz camina con ellos.

Recordemos que la Cruz siempre está de viaje por los caminos como peregrina. Y en esta ocasión, México tiene la gran bendición de recibir estos signos que el Papa San Juan Pablo II ha regalado a los jóvenes, y en Guadalajara serán signo de esperanza y motivación para seguir en la misión de establecer la civilización del amor en nuestra región y en nuestro País.


Invitamos a todos los jóvenes y no tan jóvenes a ser testigos del Amor de Dios en sus vidas y en el entorno en esta visita histórica, un preámbulo para una Jornada Mundial de la Juventud en México.

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